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“No odio a nadie”: María Fernanda Cabal

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Sus trinos han logrado hasta quitarle protagonismo a los del expresidente Uribe, -que ya es mucho decir-, y construirle una imagen de frentera entre quienes la apoyan, y de insensible y amargada entre quienes la critican. En esta conversación la valluna Representante a la Cámara por Bogotá, María Fernanda Cabal, de una de las familias más tradicionales y adineradas del Valle del Cauca, muestra que se le puede calificar con otros adjetivos.

Por: Claudia Palacios

Twitter:  @claudiapcnn

Claudia Palacios. ¿Si usted hubiera sido víctima y hubiera ido a la Habana, qué hubiera hecho distinto a lo que le criticó a Ángela Giraldo? 

María Fernanda Cabal. Mi posición hubiera sido mantener una distancia haciendo respetar mi duelo. Exigir la verdad aunque eso no quita el dolor. 

C.P. ¿No será que aquí hay un problema de forma o de que usted se limitó a lo que vio en una fotografía? Porque Ángela dijo que ella sí expresó su dolor y reclamó. 

M.F.C. Ella tuvo la posibilidad de exigir que no se publicara la foto. Me dicen que hay que respetar el dolor, pero es que en ese momento ella era un símbolo que tenía la mirada de todos los colombianos sobre ella. 

C.P. ¿Pero sabiendo que la persona a la que ella se ve saludando en la foto no es un guerrillero, no será bueno poner un trino que dijera: “Disculpe por la confusión”?

M.F.C. No, porque la actitud es un contexto, hasta con la vestimenta. Ella iba vestida como para un crucero. Si ella me pide formas a mí yo también se las pido a ella.

C.P. ¿Pero criticarle la vestimenta no viola su libertad de expresión como usted dice que ella se la está violando a usted por demandarla por su trino? 

M.F.C. Las formas son importantes. Además ella es funcionaria del gobierno, eso no le quita que sea víctima, pero me pregunto si eso no le habrá dado privilegios para asistir a La Habana.

C.P. ¿Cómo plantea usted la solución al conflicto colombiano ya que dice que no está de acuerdo con el proceso de paz en La Habana?

M.F.C. La única forma es el sometimiento a la Ley. La mayoría de colombianos no asesinamos, no estafamos, no robamos en nombre de nadie. Cuando usted tiene diezmado el grupo, lo invita porque el Estado siempre tiene una mano generosa. Se hizo con los paramilitares. A ellos se les dio de 5 a 8 años lo cual es mínimo para las atrocidades que hicieron. Hagamos lo mismo con las Farc.

C.P. Entonces ¿por qué rechaza el proceso de paz si aceptaría lo que se supone que va a pasar? 

M.F.C. Aquí lo que dice el fiscal es que no van a pagar cárcel. Y hace ocho días Humberto de La Calle guardó silencio en el debate en la Comisión Primera sobre ese tema. Yo entiendo que se debe ser discreto pero que digan si van a pagar cárcel o no. Timochenko reiteradamente dice que no van a pagar ni un día de cárcel.

IMG_2458C.P. Pero la Corte Constitucional lo aclaró al pronunciarse sobre el Marco Jurídico para la Paz. ¿Eso no garantiza que les darán cárcel? 

M.F.C. No era garantía hasta hace 20 días cuando afortunadamente la Corte acogió la ponencia de la Magistrada Sáchica, pero el gobierno le estaba jugando a la ponencia del Magistrado Rojas. La decisión de la Corte hace que los que tengamos que reglamentar eso seamos los congresistas, vamos a ver qué sale en leyes.

C.P. Vuelvo al tema del tono. ¿Todo eso no se puede decir de una manera amigable, en aras de la paz que necesita Colombia? 

M.F.C. A mí no me tienen que pedir que sea discreta en mis mensajes de Twitter. Es a las Farc que le tienen que pedir que dejen de asesinar colombianos y volar oleoductos.

C.P. Hay personas que no piensan como usted, incluso, muchos que sí han sido víctimas, y han llevado procesos muy largos y dolorosos para llegar a reconciliarse con sus victimarios directos…

M.F.C. ¿Quiénes?

C.P. Los ejemplos abundan. El empresario Maurice Armitage, que le da trabajo a quien fue su secuestrador, es uno de muchos…

M.F.C. Muchos secuestrados han invitado a sus secuestradores porque eran muchachos que terminaban siendo víctimas también de las Farc al ser reclutados a los 11 ó 14 años. Esos no son los ideólogos, que son de los mismos que hicieron Cuba y Corea del Norte y que están en Venezuela. 

C.P. Pero Maurice Armitage no perdonó a un guerrillero raso, sino su mayordomo de toda la vida, que se lo vendió a las Farc…

M.F.C. Claro, pero él no pertenecía a los cuadros y no estaba adoctrinado a la dialéctica marxista. 

C.P. Usted dice que trabaja con desmovilizados ¿si les ha dado oportunidad a ellos por qué no darle una oportunidad al proceso de paz?

M.F.C. Aquí le dan más plata a un desmovilizado que a un soldado raso. Pero es que para Iván Márquez, Santrich, Granda o Timochenko, la paz es el poder. El problema es que no entendemos la mentalidad revolucionaria. 

C.P. Pero vuelvo al tema de víctimas porque conozco a muchas. Cada una ha adelantado un proceso de perdón que en casos, incluso, las ha llevado a reconciliarse con sus victimarios. ¿Por qué no respetar la manera como cada víctima se sienta resarcida?

M.F.C.  Cuando usted ve que el señor que mató a su hija está preso, se ve una compensación, eso está comprobado psicológicamente. Lo viví cuando me mataron a mis amigos. 

C.P. ¿Cómo está comprobado que la sanación para una víctima sea que su victimario vaya a la cárcel? Jamás había escuchado esa teoría.

M.F.C. Hay muchos autores sobre todo por el tema, de hasta dónde son los mínimos de justicia que se aplican. Cuando usted ve que su vecino es quien la agredió y que está libre, usted siente rabia porque hay algo que falta. Eso es el castigo. 

C.P. Pero hay víctimas que dicen que el hecho de que lleven a su victimario a la cárcel ya no les devuelve su esposo, ni la pierna que perdieron, por eso la mayoría prefiere verdad y no repetición antes que justicia penal.

M.F.C. Para mi criterio es más importante la justicia. Hay quienes se conforman con que les digan la verdad como pasó en Suráfrica. 

C.P. ¿Para usted qué es el perdón?

M.F.C. Cuando uno va a perdonar sin tener absolutamente nada que lo compense eso se convierte en parte del daño psicológico. Usted perdona cuando recibe de la otra persona un arrepentimiento sincero.

C.P. ¿Usted ha perdonado?

M.F.C. Yo no tengo rencor en el corazón. Yo no odio a nadie.

C.P. ¿Ha estado en alguna situación donde haya tenido que perdonar?

M.F.C. Creo que sí porque cuando mis amigos fueron asesinados tenía la opción de seguir llena de odio, porque no hubo una justicia completa, o de comprender que la vida tiene caminos espinosos y siempre tiene una lección para dejar pasar y no conservar ese dolor. 

C.P. ¿Cómo fue lo de sus amigos?

M.F.C. Mis amigos eran dos negros de la comunidad de Curbaradó y Jiguamiandó. Venían luchando por recuperar sus tierras enfrentados con ONG’s que profesan defender los Derechos Humanos y que eran de curas jesuitas. Un cura les escribió una carta para ir a una reunión y allí los asesinó el frente 34 de las Farc. Los asesinaron el 17 de diciembre hace tres años.

C.P. ¿Los autores materiales están presos?

M.F.C. Y condenados a 50 años. 

C.P.  Sobre los orígenes del conflicto, reconoce que la falta de presencia del estado en un país tan desigual explica que algunos opten por la violencia armada?

M.F.C. Yo tengo una idea totalmente distinta. Aquí hubo una guerra entre conservadores y liberales que fue aprovechada para atraer a las guerrillas liberales a un proyecto político-militar que promovía las repúblicas independientes. Hubo invasiones de tierra con el cuento de que la tierra es para el que la trabaja. Que hubiera terratenientes fue herencia cultural de España, pero eso no significó que los terratenientes mataran campesinos. Se les permitió sembrar y siempre hubo alimento. Cuando le dicen al campesino que eso podía ser de ellos entran hordas a asesinar a los mismos trabajadores. La iglesia guarda silencio porque ellos patrocinaban esos actos criminales, eran los de Golconda. 

C.P. ¿Qué responsabilidad tienen entonces los terratenientes, como su familia?

M.F.C. Somos una familia de origen terrateniente derivados de la colonia. Pero la misma herencia en cinco generaciones te acaba cualquier finca. Hoy los satanizan. En el Cesar ya no hay una finca mayor a 300 hectáreas. Tampoco en Magdalena. No es posible mantener esa acumulación.

C.P. ¿No hay acumulación de tierras?

M.F.C. Hoy en día no. los acumuladores son los mafiosos, las Farc, el Mono Jojoy, quien es el ganadero más grande de Colombia, y si acaso estas empresas que han comprado en la altillanura. No hay más.

C.P. Hace 60 años cuando el conflicto comenzó sí había acumulación…

M.F.C. Sí la había. Siempre ha habido un grande, un mediano y un pequeño. Si a mí me dicen que para vivir mejor hay que partir un terreno en 20 pedazos iguales no lo acepto porque eso te hace improductivo. Yo promovería una asociación con el campesino para hacer economía a gran escala. 

C.P. ¿Y los terratenientes de hace 60 años sí tienen responsabilidad en el conflicto o tampoco?

M.F.C.  Ese tema terrateniente es estigmatizado. La gente del campo vivía precariamente porque no había luz, ni agua sino todo a punta de pozos sépticos.

C.P. Y quienes tenían poco se fueron a la guerrilla a combatir la inequidad y los que tenían mucho a los paramilitares, o cuál es su teoría?

M.F.C. Si te matan tu hijo, tu marido, te desplazan, te roban el ganado, ¿Qué hace la gente? Buscar cómo se defiende. Armar trabajadores o buscar que la policía les ayude.

C.P. ¿O sea que el paramilitarismo se justifica?

M.F.C. No es que lo justifique sino que los fenómenos sociales son causa y efecto. En unos sitios la gente se fue y no volvió, en otros la gente prefirió morir antes de irse. 

C.P.: Y usted que conoce bien a los ganaderos porque está casada con el presidente de Fedegán, y porque manejó programas sociales como la Vacatón, ¿qué responsabilidad tienen los que financiaron paramilitares?

M.F.C. ¿Cómo los financiarían? Dándoles vacas seguramente, si a mí me dicen que entregaban 2, 5, 10 o 15 vacas, es muy fácil señalarlos siendo que ellos son parte de las víctimas de este país. 

C.P. ¿Su familia financió el paramilitarismo?

M.F.C. No porque nosotros somos de una región donde la agroindustria empezó hace 50 años. Esto es en el Valle del Cauca. No hubo la necesidad de defenderse como en otros sectores.  El problema es que todo fenómeno de ese tipo que no tenga control de la fuerza legítima del Estado termina desbordado. 

C.P. ¿Si se explica de esa manera la existencia del paramilitarismo cómo no se puede hacer lo mismo con esa búsqueda de cambios sociales acorde con lo que vivía el mundo con la revolución china o en Cuba cuando iniciaron las Farc?

M.F.C. Hay una diferencia y es que a la guerrilla la motiva una ideología que es la marxista-leninista, donde usted no tiene derecho a un juicio justo. Los paramilitares lo que defendían era el Statu quo, sin ideología. 

C.P. ¿Cuál es el problema de tener ideología? Porque usted también tiene una ideología y no por eso hay que eliminarla.

M.F.C. Es que la ideología comunista es genocida. 

C.P. Las ideologías de derecha también han asesinado gente, como en las dictaduras del Cono Sur.

M.F.C. La dictadura surge porque no encontraron otra forma de poder reprimir la capacidad de violencia de los Montoneros en Argentina o los Tupamaros en Uruguay. Aquí no hubiera habido paramilitarismo si no hay guerrilla. Si a mí me tachan de extrema derecha les digo que es un error, detesto tanto el comunismo como el nazismo. Colombia es un Estado socialista, aquí es más fácil ser un burócrata que ser independiente. 

C.P. ¿Eso justifica no dejar participar políticamente a quienes piensen de manera socialista?

M.F.C. Pero aquí participan. Robledo, Clara López y demás. Yo no tengo problemas con pensamientos distintos sino que me opongo a la justificación de la violencia. 

C.P. Hablando de su paso por la fiscalía me gustaría clarificar algunas versiones acerca de su enfrentamiento con unos fiscales que llevaban el caso de una masacre en San José de Apartadó cuando ellos llamaron a militares como responsables de esa masacre y no a miembros de las Farc como se pensaba que podía ser.

M.F.C. No. esa versión se la tuvo que haber dado alguien de adentro de la fiscalía porque nadie más conoce esa versión. El tema de la masacre en San José de Apartadó se pensaba que era “Samir”. Después se supo que eran aliados de “Don Berna” con un Coronel del Ejército. En lo que yo me opuse es en las formas que usa la fiscalía como hizo esta semana conmigo. Era un fiscal a judicializar a 69 soldados que no estaban en la zona sino adscritos a otro batallón. A la Fiscalía les gusta salir a decir mentiras para que la gente les crea. Cuando hicieron el escándalo yo venía de Estados Unidos. Estos temas rebotan a las agencias gringas porque son las de cooperación. Yo subí al fiscal de conocimiento para que quedara claro cuál había sido el procedimiento porque las agencias estaban leyendo que ellos tenían 69 militares condenados y nos van a cortar la ayuda del Plan Colombia. Hasta ahí fue el problema. Después se inventaron que desde mi oficina se filtraron unas órdenes de captura a varios extraditables de la costa. Mi oficina era la última, después de más de 100 personas que recibían la información desde que llegaba a la embajada americana. Eso lo hicieron porque tenían interés de que me fuera de la fiscalía porque yo firmaba solicitudes de extradición en dos días siendo que antes se demoraba uno o dos meses. No permitía que la gente transara ni negociara si había algún tipo de corrupción. El interés de sacarme a mí era de Mari Lu Méndez del CTI quien incluso terminó enredada luego.

C.P. Y su vinculación con el tema del brujo por el cual pasó todo este escándalo…

M.F.C. Yo no conocí al brujo.

C.P. ¿Usted no filtró ninguna información a los medios?

M.F.C. Jamás. Eso lo filtró Otálora para tumbar a Mario Iguarán y la gente no lo sabe. Le cuento una cosa divertida. A mí me llamaban al despacho del fiscal y siempre había gente de visita o fiscales. El único que me parecía guapo era uno que estaba arriba. Cuando salió la noticia me enteré que era el brujo. Menos mal no lo conocí porque me hubiera hecho hipnotizar de él.

C.P. ¿A usted le gustan esas cosas?

M.F.C. Me parece muy curioso. Hubiera terminado en el diván hipnotizada por él. Antes leía metafísica. Una vez si me hice hipnotizar para quitarme el miedo a los aviones. Desde que “volaron” el avión de Avianca le tenía miedo porque mi cuñado se iba a subir en ese vuelo y se salvó porque no llegó a tiempo.

C.P. ¿Usted siempre ha sido así, con este tono de discurso, y esas frases de descalificaciones a la gente?

M.F.C. Sí, ¡pero soy muy querida!

C.P. ¿Ha pasado algo en su vida que generó algún cambio en su actitud?

M.F.C. Yo era más pasiva, pero me he vuelto intolerante ante la incoherencia. Me encuentro con un montón de izquierdosos en los foros y les recuerdo que varios fueron contratistas del gobierno de Uribe y que se ganaron millones. Entonces chévere cuando Uribe era el presidente pero ahora Uribe es el guerrerista. Eso es mal agradecimiento. A mí no me dieron contratos, había que ser mamerto para eso, se los dieron a León Valencia, o a Alfredo Molano.

C.P. ¿Usted es feliz?

M.F.C. Sí, lo soy. Cada día lo soy más porque cada vez le doy menos importancia a cosas que no valen la pena.

C.P. Usted dice que tiene una facilidad para hablarle a la gente más pobre…

M.F.C. Me gusta un libro que se llama Los hijos de Sánchez, del antropólogo Oscar Lewis y que narra la cultura de la pobreza, que es una forma de supervivencia brutal. Trabajo con pobres porque pienso que hay obligación moral de quienes tenemos un privilegio, lo hago por necesidad espiritual. Doy talleres de generación de ingresos todos los fines de semana. Me encanta la gente próspera. El asistencialismo mata el espíritu.

C.P. Una pregunta sobre los militares. ¿Qué se debe hacer con los que han sido responsables de falsos positivos?

M.F.C. Conozco casos de juicios injustos y aberrantes, pero en los que son ciertos soy radical, los condeno. 

C.P. Deme ejemplos.

M.F.C. . El caso del Sargento Llara, rescata a la dueña de la Lechonería Tolimense, da de baja a dos bandidos incluyendo el jefe de finanzas del frente 26 y lo condenan a 17 años. Así como hay cosas que sí son como el asesinato de pobres raspachines de coca a quienes hicieron pasar por guerrilleros.

C.P. ¿Pero a los que sí cometieron el delito hay que darles la justicia transicional que se la dará a los guerrilleros?

M.F.C. Ellos tienen que pagar su pena y los de la duda tienen que ser revisados por un tribunal pro tempore, exclusivamente dedicado a hacer revisión de casos de militares.

C.P. ¿Usted cree que a los militares se les debería dar lo mismo que a los de las Farc?

M.F.C. Depende. Si usted finalmente asesinó a una persona inerme y usted es una autoridad superior del Estado, hay una responsabilidad. Pero tengo que pensarlo bien, en eso tengo una duda.

C.P. ¿Usted está o ha estado armada?

M.F.C. No. solo una vez en mi vida participé en un polígono y me fue muy bien, en el programa Ser Soldado por Un día. Eso debería usarse para adelgazar a las mujeres. 

C.P. María Fernanda, ¿A dónde quiere llegar?

M.F.C. Si de soñar se trata me gustaría Bogotá. Esta ciudad es divina y como alcaldesa la podría recuperar. 

C.P. ¿Por qué una caleña quiere la alcaldía de Bogotá?

M.F.C. Porque llevo 30 años viviendo aquí y mi proyecto de vida lo hice aquí junto a mis amigos rolos, costeños, tolimenses y esto es Colombia.

C.P. Los vínculos con Cali como quedan…

M.F.C. Mi familia está allá, pero la familia se va desapareciendo, aunque Cali finalmente es la sangre de uno.

C.P. Pensando en la ideología, ¿no es más fácil conseguir votos en Cali y en el Valle donde la gente es más conservadora, como usted, que hacerlo en Bogotá donde la gente tiene un pensamiento un poco más liberal y tenemos un alcalde de izquierda?

M.F.C. Eso no es cierto. Bogotá tiene de todo y por eso es tan fantástica. Cali por su parte tiene una sociedad conservadora hasta cierto punto pero su base popular es muy amplia, y con una población negra muy grande y liberal, hincha del América, como yo.

C.P. ¿O sea que buscar cargos políticos en el Valle del Cauca está descartado?

M.F.C. Sí. Uno debe trabajar en Bogotá donde está la opinión.

C.P. No suena eso muy despectivo con la tierra que la vio nacer…

M.F.C. No, porque 30 años lo desarraigan a uno. Cali está en mi corazón pero no es fácil volver a recoger lo que dejé. En estas elecciones me pidieron que volviera y estuve varias veces pero si me ponen a escoger yo amo a Cali, pero la campaña la hago en Bogotá.


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