Por: Claudia Palacios
Rubén Darío Lizarralde recibió en llamas la cartera de Agricultura, y aunque –contrario al ministro Estupiñán– sí está alineado con los intereses del Gobierno, no hay extinguidor que alcance para sofocar el incendio. De hecho, con lo que me dijo, veo que hay leña para cocinar a fuego lento.
Claudia Palacios: Se han creado grandes expectativas sobre lo que usted pueda hacer por el campo, ¿pero qué es lo que de verdad va a poder hacer?
Rubén Darío Lizarralde: La diferencia de mi ministerio será ejecutar, ejecutar, ejecutar. Yo soy hombre de resultados y eso es lo que voy a buscar. Tenemos que asumir responsabilidades y tener claro qué le corresponde hacer a cada quién. Ese es el tema inmediato. Las promesas de los paros hay que cumplirlas.
Claudia Palacios: Ejecutar, ejecutar, ejecutar, suena superuribista…
Rubén Darío Lizarralde: El presidente Uribe decía “trabajar, trabajar y trabajar”, pero uno puede trabajar todo un día y no ejecutar nada.
Claudia Palacios: ¿Cuando el Presidente Santos lo llamó, le dijo: “Venga, Rubén Darío, haga en el campo lo que hizo con Indupalma”?
Rubén Darío Lizarralde: Por supuesto, y la bandera en ese sentido es una bandera muy social: es de verdad darles a muchos campesinos, que no han tenido la oportunidad de tener un centímetro de tierra, la oportunidad de que sean propietarios no solo de tierra sino de procesos productivos. Tenemos que pensar en un tema integral: educación, seguridad y mucho apoyo en asistencia técnica y en la compra de la producción. Un campesino lleva su cosecha a una central de abastos, y si hay mucho de ese producto, le hacen una oferta muy baja. Hay que crear mecanismos que le permitan a ese campesino llevar sus productos a determinados lugares y que sean pagados a buenos precios.
Claudia Palacios: ¿Cómo funciona el modelo de Indupalma?
Rubén Darío Lizarralde: Hay una empresa grande, una empresa ancla, que en ese caso es Indupalma, que busca un terreno adecuado para un cultivo y busca unos campesinos. Los campesinos se hacen propietarios del terreno con crédito que Indupalma les ayuda a conseguir, para darle la garantía al banco. La tierra se hipoteca. Para sembrar está el Fondo Agropecuario de garantías y luego hay un ente fiduciario que administra los recursos. Indupalma lo que hace es operar el proyecto mientras se paga. Cuando se paga el proyecto, es de los campesinos. De hecho, este año hay dos proyectos avaluados en más de USD$40 millones que hoy son 100 % de treinta familias campesinas. Los campesinos pagan su proyecto de la producción; con el producido se pagaba a los mismos campesinos por su trabajo y se pagaba al banco. Hoy son propietarios plenos.
Claudia Palacios: ¿Qué va a hacer con lo de Riopaila?
Rubén Darío Lizarralde: Se está discutiendo. Mi propuesta es decirle a Riopaila y a todas las empresas que están en esa situación que aporten el 20 % de la tierra que tienen en un modelo compartido para hacer propietarios a campesinos.
Claudia Palacios: ¿Con eso quedaría subsanada la figura que el anterior ministro calificó de ilegal, con la que se compraron varias UAF (Unidades agrícolas familiares)?
Rubén Darío Lizarralde: Yo no hago la calificación de si es ilegal o no porque ese proceso no lo conozco. Lo que sé es que la Orinoquia requiere grandes inversiones y que en este momento hay posibles inversiones frenadas por las discusiones sobre la interpretación de la ley. Eso hay que aclararlo. Lo que yo haría es que trabajemos en grande pero que involucremos a los pequeños. Podríamos mover a 20.000 o 30.000 campesinos, que se conviertan en nuevos propietarios
C. P.: ¿Por qué el 20 %?
R. D. L.: Porque me parece que es adecuado: 10% sería muy poco, y si fuera más, puede desestimular la inversión. Lo que yo buscaría es que esos propietarios privados se conviertan en motor de un proceso de reforma agraria. Y no estaríamos afectando las arcas del sector, más allá de los incentivos que se han dado. Pero esa es solo mi sugerencia.
C. P.: De la tierra que queda en la Orinoquia, ¿cuánta está disponible?
R. D. L.: Estando en el sector privado fui al Incoder a preguntar cuánta tierra baldía había en Colombia y no me pudieron dar el dato. Por eso es muy importante hacer el inventario, y ese es uno de los propósitos del gobierno: el censo rural y el levantamiento cartográfico.
C. P.: ¿Y cuánto se demoran en eso?
R. D. L.: Estamos hablando de tierras que tienen escrituras, no de baldíos. Lo que pasa es que no es posible acumular Unidades Agrícolas Familiares y esa es una gran limitación para el desarrollo.
C. P.: ¿O sea que eso hay que cambiarlo?
R. D. L.: Sí, pero si y siempre si ese empresario lleva a campesinos en el proyecto.
C. P.: ¿Cómo así?
R. D. L.: Se podría autorizar la acumulación si vinculan a pequeños propietarios en al menos el 20 %. Y si esa condición no se da, entonces propiciar la expropiación del terreno que vaya más allá de la UAF.
C. P.: ¿Eso sería lo que habría que hacer con Riopaila y los otros?
R. D. L.: Sí, si ellos no trabajan con pequeños campesinos en ese 20 %, y si es cierto que hicieron algo ilegal. No puedo especular, no conozco el caso. Ellos alegan que están dentro de parámetros legales.
C. P.: Pero, ministro, este es un caso que se ha discutido durante los últimos tres meses…
R. D. L.: Fíjese que hay casos como el de Indupalma, que promovió un proyecto en el Vichada en el que en cada UAF hay un propietario de verdad, y sin embargo hay quienes –como el senador Robledo– tratan de hacer ver que el caso nuestro es parecido al de otros. Y no es cierto. En el caso de Indupalma –Inducaucho en ese caso– es un operador logístico que les vende a los productores el material vegetal, les compra la producción y su objetivo va a ser el tema industrial.
C. P.: Ministro, y si esos inversionistas interesados en la Orinoquiía quieren sembrar palma o caucho, ¿usted no se tendría que declararse impedido?
R. D. L.: No. Solo en el proyecto de Inducaucho, porque ni yo, ni nadie cercano a mí va a participar en esos otros proyectos.
C. P.: ¿En Indupalma cómo pudieron trabajar en zonas tan complicadas en materia de orden público?
R. D. L.: Hicimos una especie de proceso de paz, en pequeño. Había personas cercanas a la guerrilla o a las autodefensas, o gente de bien. Les dimos educación, en valores, educación técnica y empresarial. Con esas herramientas se dieron cuenta de que podían ser autónomos.
C. P.: No se vieron afectados por la necesidad de pagar por la seguridad.
R. D. L.: Cuando estábamos en ese proceso hubo mucha presión de los ‘paras’ para cobrar por la “seguridad”. Les advertimos que aceptar esa presión los dejaba fuera del proyecto. Ellos sabían que había una empresa que los protegía de las amenazas. De hecho, la guerrilla también quiso meterse, y los campesinos al principio salieron corriendo. Logramos mostrarles la importancia de no frenar el esfuerzo que se estaba construyendo, y también la Policía y el Ejército los protegió.
C. P.: ¿O sea que no tiene muertos este proceso?
R. D. L.: Gracias a Dios, este proceso no tiene muertos.
C. P.: ¿Ya conoce el primer punto acordado en La Habana?
R. D. L.: Sí.
C. P.: ¿Cómo le parece?
R. D. L.: Va a haber mucho trabajo para el Ministerio de Agricultura. Me parece que [pausa… no hay mucho de qué preocuparse, porque cuando uno está seguro de que en este país hay espacio para todos, no tiene de qué preocuparse. Lo que hay es que trabajar para que no se convierta en una frustración y para que mañana no tengamos, como en países de Centroamérica, unas maras que generen otro tipo de violencia.
C. P.: Si dice que no hay “mucho” de qué preocuparse, debo entender que si hay “algo” de qué preocuparse…
R. D. L.: No. No es que haya algo de qué preocuparse. En esos acuerdos no hay letra precisa como en el artículo de una ley. Hay unos planteamientos que hay que precisar. Pero respecto de la tradición del país, de la democracia, de las leyes, de la seguridad jurídica y económica no hay de qué preocuparse.
C. P.: ¿La gente que no está usufructuando la tierra, según ese primer punto, la va a tener que entregar?
R. D. L.: Seguramente las va a comprar el Estado. Lo importantes es que las tierras de especulación se acaben. Eso es bueno para la economía.
C. P.: Ya me dijo que no tenía cifras, ¿pero sabe cuánta tierra de especulación hay?
R. D. L.: Le reitero: no tengo cifras todavía.
C. P.: ¿Qué otras cosas del acuerdo le parecen interesantes para desarrollar?
R. D. L.: Muchas de las cosas que se plantearon en estos paros también están expresadas ahí; hay que trabajar en función de eso. Ahora, aclaro que me gustan poquito los subsidios. Deben estar dirigidos en función de la producción, no de la no producción.
C. P.: ¿Los subsidios de los de La Habana o de los de los paros?
R. D. L.: De los que no agregan valor.
C. P.: ¿Por ejemplo, cuáles?
R. D. L.: De los que en este momento se han ofrecido. Partamos de la base de que lo acordado se debe cumplir. Ahí no hay discusión. Pero en adelante hay unas reglas de juego nuevas, y ahí los subsidios deben orientarse hacia procesos que generen valor.
C. P.: O sea que, por ejemplo, no habrá ampliación de los subsidios que reciben los cafeteros y que terminan en diciembre…
R. D. L.: Un subsidio o un regalo –a veces son subsidios y a veces son regalos– que no están cambiando la condición de un cultivo se tiene que acabar.
C. P.: ¿Entonces hay que acabar los de los cafeteros?
R. D. L.: Depende. Ellos se tienen que unir, disminuir costos, mejorar productividad, etc. No es justo que yo dirija unos recursos hacia algo que no vaya a mostrar una reacción futura. No es justo con otros cultivos que sí puedan ofrecer estabilidad y crecimiento. De modo que aquí tiene que haber un reordenamiento de la economía agraria. Si los países grandes entraron en crisis porque se excedieron en los subsidios, ¡qué podemos esperar nosotros!
C. P.: Dígamelo clarísimo: no va a haber ampliación de los subsidios para los cafeteros…
R. D. L.: Yo no estoy hablando de los cafeteros. Ellos tienen que reordenarse. Yo estoy diciendo que no soy amigo de entregar subsidios a quien no genere valor
C. P.: A los cafeteros les están entregando subsidios. ¿Ellos están generando valor?
R. D. L.: En este momento no. Tienen que hacer un esfuerzo por generar valor. Eso lo pueden hacer mejorando sus cultivos, haciéndolos mas productivos o cambiándose a otro tipo de cultivos. De hecho, lo están haciendo: uno ve en el paisaje del Quindío mucho plátano, muchos frutales.
C. P.: ¿Está preparado para el paro cafetero que se le viene encima?
R. D. L.: Estoy preparado para defender una política.
C. P.: Ministro, usted es de los encorbatados y no de los de la ruana, ¿cómo va a hacer para ponerse la ruana?
R. D. L.: No entiendo.
C. P.: Los campesinos, o sea los de ruana, se quejan de que las negociaciones se hacen con los gremios y no con ellos. Usted viene del sector de los gremios, que es el de los encorbatados, y el tema está muy sensible. ¿Se va a poner la ruana?
R. D. L.: Yo sé que está muy sensible. Yo he estado de los dos lados, porque si no hubiera estado de los dos lados, proyectos como los que hicimos en el Magdalena Medio no estarían sobre la mesa. He sentido siempre un compromiso de vida y donde he trabajado siempre he pensado en los demás. Tengo mucho para mostrar. No es un discurso. En relación con los gremios, es un tema muy importante: el gremio X tiene que responde por lo que pasa en su sector, y cuando manejan parafiscalidades tienen que responder por todo su sector. Si el gremio no está dispuesto, va a perder la posibilidad de administrar esos recursos y va a perder la vocería. Aquí vamos a trabajar todos por los campesinos.
C. P.: ¿Cuáles gremios?
R. D. L.: Estoy hablando como una política general. Este es un momento muy especial y todos tenemos que contribuir a sacar adelante este país y a mejorarlo.
C. P.: Los directivos de los gremios llevan ahí mucho tiempo. ¿Usted les va a pedir que se hagan a un lado?
R. D. L.: Yo siempre he tenido claro cuál debe ser la función de los privados y cuál la del sector público. El gobierno de cada sector lo decide cada sector.
C. P.: ¿Pero ha llegado la hora de la renovación?
R. D. L.: Ha llegado la hora de que se pongan la camisa de manga corta o la ruana o lo que sea, pero tienen que empezar a trabajar trascendiendo el manejo político frente al Gobierno, el Congreso o los jueces, si no son capaces de responder, adiós.
C. P.: ¿Nos dejamos meter los dedos a la boca con los TLC?
R. D. L.: Yo vengo del sector agroindustrial y no soy enemigo de los TLC. Nos están poniendo un desafío muy importante. Un campesino decía: “A nosotros nos compran, nosotros no sabemos vender”. Tenemos que trabajar en eso.
C. P.: Pero Perú ha podido, Ecuador también…
R. D. L.: Ecuador no firmó TLC y va bien. Perú sí firmó y va bien.
C. P: Es que no solamente es el TLC con Estados Unidos, son los acuerdos entre los propios países andinos.
R. D. L.: Hay varios tipos de acuerdos. Chile fue tan abanderado de los TLC, como México. Perú firmó más rápido que nosotros y mire cómo va. Aquí nos tenemos que enseriar todos. Este en un país muy rico, ordenémonos. Lo que más va a necesitar el mundo es alimentos: preparémonos para eso.
C. P.: Lo que usted está diciendo, se dijo siempre y no hicimos nada.
R. D. L.: Usted lo está diciendo no hicimos nada. ¡Empecemos!
C. P.: ¿Será porque aquí tenemos empresarios más agalludos y gobiernos más indolentes?
R. D. L.: Si tuviéramos empresarios más agalludos, hubiéramos conquistado los mercados. Ojalá tuviéramos empresarios más agalludos
C. P.: ¿Si Venezuela no paga, el Gobierno va a subsidiar a los vendedores colombianos que no reciban el pago?
R. D. L.: Hubo un acuerdo de gobierno a gobierno, y en esos casos hay que garantizar el acuerdo.
C. P.: A usted le va a quedar la dirección del ICA desocupada, la del INCODER, un viceministerio de desarrollo rural por montar, y tiene un montón de conservadores. ¿Ya vinieron esos conservadores a sugerirle nombres para ocupar esos puestos?
R. D. L.: La única persona que dice que hay un montón de conservadores es usted. Espero que haya un montón de conservadores. Esas posiciones están para que sean ocupadas por personas muy buenas. A mí me miden en Presidencia. Yo tengo que medir a los que van a trabajar conmigo. Si mi partido me quiere apoyar, me tiene que dar buenos candidatos. Yo no voy a trabajar con gente regular.
C. P.: Usted los va a buscar en su partido…
R. D. L.: Yo los voy a buscar en mi partido, pero si hay gente de otro partido que es buena, se va a quedar. A mí me importa quedar bien; si queda bien un conservador, el partido queda bien.
C. P.: Bueno, los conservadores ya han quedado mal en el manejo del agro. Si usted tuviera que calificar al Gobierno, ¿cuánto le pondría?
R. D. L.: Lo importante es que en este momento el mismo Gobierno ha planteado que se necesita una política de Estado agraria y sobre eso estamos trabajando. Eso me merece la mejor de las calificaciones. Ahora me calificaran a mí.
C. P.: ¿Usted con qué nota recibe el Ministerio?
R. D. L.: Yo recibo el Ministerio con grandes retos. Al final nos calificarán y sacarán una nota.
C. P.: Si usted creyera que fueran ganando el año, me hubiera dado la nota.
R. D. L.: Es una interpretación suya.
C. P.: Ministro, usted es vallecaucano y hay otros ministros vallecaucanos en el Gabinete, pero la gente en el Valle no siente que eso le haya servido al departamento. ¿Su nombramiento le servirá al Valle?
R. D. L.: Estando en el sector privado, cada vez que me invitaban siempre estuve presente, no solo por el Valle sino por mi ciudad natal, Buga. Yo aprovechaba para visitar a mis padres y para dictar una charla en el Instituto de Educación Rural. Eso ha sucedido muchas veces. Además, con donaciones o cuando tenía amigos en el Gobierno y necesitaban que uno hiciera un contacto, lo he hecho. Mi corazón ha estado atado al Valle del Cauca. Con granitos de arena he participado en procesos para el departamento. Pero este cargo que tengo es para contribuirles a todos el país, y de esa manera espero contribuirle al Valle.
C. P.: O sea que los azucareros que se quejan de los precios del azúcar y a los que se ha señalado de hacer acuerdos de precios o quienes necesitan presionar para que se termine la carretera a Buenaventura no van a ser su prioridad.
R. D. L.: No soy el ministro de obras; si lo fuera, mi prioridad sería la carretera a Buenaventura. Ahora mi prioridad es lo social.
C. P.: Tengo una última pregunta: se ha dicho que hay 5 millones de hectáreas dedicadas a la ganadería extensiva, que deberían estar dedicadas a la agricultura. ¿Hay que quitarle tierras a la ganadería?
R. D. L.: A mí me gusta mucho la competencia. Es muy importante mostrarles a los ganaderos que si ellos manejan mejor su ganado, pueden tener el mismo ganado en menor tierra y que hay otros productos que les pueden complementar sus inversiones.
C. P.: O sea, sí.
R. D. L.: Así es.